Allá vamos… el nacimiento de Jon. Tienen publicado el vblog en el canal, aun así, considero necesario hacer algunas puntualizaciones. Ya les he contado y varias veces me han preguntado por el parto y me ha costado asimilar algunas cosas que sucedieron. Vamos por partes (y a ver si no me extiendo demasiado, no te prometo nada…)
Este embarazo a pesar de inesperado, y en parte, para qué negarlo, temido,
fue muy bien, no tuve riesgos, ni complicaciones, y decidí pasado el primer
trimestre, que no iba a hacerme controles de “por si acaso” porque me ponen muy
nerviosa.
Así poco a poco, llegamos a las 37 semanas y yo pensaba, por las
experiencias anteriores que igual se adelantaba, así que ya yo estaba lista. Lo
que tenía clarísimo es que yo tengo partos muy rápidos.
Y muy acertadamente, ningún parto es igual a otro. Jon llegó puntualmente el
día que salía de cuentas. Después de 10 días con dolores, intermitentes, rachas
de un par de horas de contracciones que aumentaban en intensidad y paraban, ya
no me alarmaba por nada, pensaba que debía estar algo dilatada pero no estaba
segura. Ese día hice de todo (síndrome del nido a tope). Y lo mejor es que me
di dos buenos baños en la playa y una súper caminata por la orilla, entre
contracción y contracción que me dejó nueva. Y ya lo decía mi hermana, tienes cara de
parto.
Llegamos a casa, cenamos, dormimos a Nahia y empezó a animarse la cosa.
Como pueden ver estábamos tranquilos, incluso me maquillé y me peiné con laca y
todo, por si acaso fuese el día me pillara arreglada. Eran las 22.00.
En casa y para esos diez días de dolores y nerviosismo, fue imprescindible
mi lista de Spotify para el parto y la pelota, aunque es mortal para los
dolores finales. Respirar, visualizar y confiar en que este primer camino lo
hacemos juntos, mi bebé y yo.
En un momento, sobre las 23,30 siento una sensación muy extraña, como que de
repente el bebé da un bajón. Aparece el miedo. Pienso en un parto precipitado y
sin tiempo de llegar al hospital se me mete en la cabeza. Aun así mantengo la
calma, me visto, preparo los últimos papeles y miro a Nahia dormida en la cama…
El camino en coche es mortal, el dolor es cada vez más intenso. Llegamos al
hospital sobre las 00,20 me atienden enseguida, la matrona me revisa y me dice
que aún no estoy dilatada (2 o 3 cm quizás) que mejor espero en casa. Mi cara
es un cuadro. Yo lo tengo claro y así se lo explico: este es mi tercer parto,
mis partos son muy rápidos, siento mucha presión hacia atrás y muy seguido.
Vivo a 1 hora de allí y no me voy a mover del hospital. Me hacen el ingreso y
mientras tanto (unos 30 mn) espero por allí por urgencias, caminando, agachada
y moviéndome por allí. Cada vez es más intenso, no me vuelven a mirar, me
dicen: “que me relaje que ahora me suben. Que me duche y que igual puedo
descansar un ratito”. FLIPO. No sé ni que decir.
Siento que no me está escuchando. No me está tratando mal, ha sido cariñosa
conmigo, me trata bien, pero no me está haciendo caso. Es mi tercer parto,
conozco mi cuerpo, estoy preparada sólo necesito apoyo y que me respalden.
Llego a planta CAMINANDO acompañada por mi marido y el celador (un señor
MARAVILLOSO, desde que me recogió los papeles hasta que mi bebé nació tuvo un
trato excelente con nosotros). A cada dos pasos me tenía que parar porque no
podía, el dolor me paralizaba. Me dan una bienvenida muy buena y cariñosa el
personal de planta, pero estoy en ese momento en que no veo y no escucho, sólo
quiero estar sola, tranquila y concentrarme en las sensaciones del momento.
Paso a la ducha. Mi marido me ayuda a colocar la silla me siento, pongo el
agua calentita, intento respirar… pero cada vez va a más, hasta que no puedo
permanecer sentada. Acabo tirada en el suelo del baño. No puedo levantarme,
siento como una fuerza que arde hacia abajo. Pujos. Intento levantarme. Ari me
ayuda. Vuelve el dolor. Vuelvo al suelo. Me agarro del lavamanos y le pido que
llame a alguien, o se dan prisa o el bebé va a nacer aquí.
Sigo sin poder moverme. Fue un momento TAN FRUSTRANTE… Mi cuerpo me pedía
esa posición estar de cuclillas, respirar profundo y sujetarme fuerte. Pienso
en el camino que tengo que hacer, atravesar un pasillo, bajar en ascensor,
llegar a urgencias, y pasar al paritorio. Y a mi alrededor escuchaba “venga levántate,
te sujetamos, pero venga colabora, tienes que levantarte…” Saco fuerzas. Subo a
la camilla. No puedo sentarme, voy casi doblada. Y la señora que me acompaña
hasta paritorio todo el camino “echándome la “bronca” porque así no puedo ir en
la camilla, me voy a caer, es peligroso y bla bla bla”. Empatía 0.
Llego a urgencias y me pasan a una sala para revisarme. Otra vez me
achuchan para que me levante, que tengo que ir caminando hasta otra camilla. Yo
callada. Sólo pienso que quiero que me dejen en paz. Y siguen diciéndome “venga
camina, aprovecha antes de la contracción, vamos arriba tienes que subir a la
camilla”, voy diciendo MUY SUAVE, “es que no me puedo mover, lo siento muy
abajo y atrás, siento mucha presión, estoy notando pujos, no me puedo mover”, y
me dicen “¿y que quieres que te ayude? Ahí, no me pude callar, súper nerviosa
(no sé si todo va bien, sólo noto que va muy rápido) le digo
NECESITO QUE ALGUIEN ME ESCUCHE AQUÍ DENTRO.
Paso a paritorio. Sola con el matrón que va a atenderme. Empiezo a temer
que no me va a hacer ni puñetero caso. Veo la camilla totalmente horizontal. Me
tiemblan las piernas, siento MIEDO por primera vez allí. Respiro, a pesar de
los dolores, intento pensar rápido, tengo que explicarme y parecer tranquila.
Le digo,
- · Perdone, no quiero parir acostada, quiero colocarme lo más incorporada posible, y que no me dirija es mi tercer parto. Respuesta: JA JA JA veremos primero cómo empujas (pienso, mierda litotomía
- Quiero sacar a mi bebé, y colocarle yo. Respuesta: (risilla) se creen que eso es tan fácil (MIERDA, siento miedo)
- Perdone llame a mi marido quiero que entre YA.
Ari graba (con el móvil, ya les contaré la anécdota graciosa de la
grabación) el parto, esos 7 u 8 minutos son para mí muy dolorosos de asimilar, en
el vblog lo he puesto editado porque no puedo ni verlo completo.
En fin, adios plan de parto, eso era lo básico de mi plan de parto: estar
incorporada, sacarle yo, dejarle sobre mi pecho, retrasar el corte del cordón,
y un ambiente tranquilo e íntimo. Lo doy por perdido. Me centro en respirar, mantener
la calma, concentrarme en el nacimiento de mi hijo, sé que el miedo y la
tensión sólo lo complica todo.
Al hablarlo con mis matronas de confianza, y enseñarles el vídeo, me dicen
que muy probablemente sí que fuera un parto precipitado. Conseguí intimidad, no
había más que el matrón que me asistía y la auxiliar. Como temía, litotomía
(mira que bien el pareado). En ese momento no fui consciente. Sólo estaba
pendiente de mis sensaciones, de cada pujo, de la fuerza, la intensidad, el
calor, el aro de fuego (que sí es BRUTAL).
Pero al verme en la grabación he sentido vergüenza, frustración e ira. No
solo es que estuviese TODO el rato dándome órdenes, dirigiéndome, poniéndome
ejemplo de muy mal gusto, diciéndome cuándo empujar y cuando no, cómo incluso
me MANDA A CALLAR, he parido tres veces sin ningún tipo de analgesia, de cabeza
y de nalgas YO SÉ PARIR. Pero ¿sabes que es lo peor?, que me callo. Vergüenza de
verme en ese estado de sometimiento a lo que me ordena, frustración por no
haber reaccionado de esa manera e ira porque ese era NUESTRO MOMENTO, MÍ
MOMENTO, como mujer, como madre.
Intento no ser dura conmigo misma. No pude hacer otra cosa. Expliqué lo que
necesitaba, me sobrepuse a la situación y conseguí (porque ARI SE LO PIDIÓ)
sacar a mi bebé, a pesar de traer una vuelta de cordón.
Y que conste que no todo fue malo malísimo. La auxiliar y la pediatra
fueron súper amorosas con nosotros. Nos trataron bien (incluso en paritorio, a
pesar de todo) y el personal de planta muy atento y respetuoso. A título
personal valoro muchísimo la labor del personal del Materno Infantil de Las
Palmas, siempre hemos recibido muy buen trato, lo que no quita que ciertos
profesionales deban ampliar su foco Y ESCUCHAR lo que necesitamos las USUARIAS
del sistema, que no pacientes. No somos enfermas indefensas, somos mujeres
adultas, maduras y capaces de parir. Y los sanitarios son los profesionales en
lo que depositamos nuestra confianza, nuestra vida y lo más importante, la vida
de nuestros hijos.
Así que, bueno esta ha sido mi experiencia, como ven agridulce. Lo que no
quita que fuese una experiencia brutal, intensa y maravillosa. Si quieres saber
cómo fue el parto de Nahia lo tienen aquí ¡click!
Como siempre te digo, si quieres
compartir cualquier experiencia conmigo, me puedes encontrar a diario en redes
sociales o en el correo decasitodoblog@gmail.com
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