En la sociedad en la que vivimos todo va muy rápido. Desde que nos
levantamos tenemos el cronómetro puesto, como si de una maratón se tratara.
Trabajo, familias, tareas de casa, reuniones, vivimos rápido, comemos rápido,
nos relacionamos rápido ¿o no? A ver, ¿cuántas nos desesperamos en una
conversación de whatsapp con el texto “escribiendo”?
Créeme tomar consciencia es difícil. Quizás sientas que durante años has edificado
una barrera física y emocional para “alejarte” de aquello que te da miedo
mostrar o sentir. Y ahora no sabes cómo conectar con otras personas, sientes timidez,
inseguridad y miedo a nivel emocional, y una total incapacidad para comunicarte
a nivel físico. Tranquila a muchas nos pasa.
Evidentemente el tacto es de los medios de comunicación más potentes, pero
también el más controvertido, incluso me atrevería a decir casi tabú, en
función de quién, cuándo, cómo y dónde se produzca el contacto. Eso que llaman “sexualizar el contacto” ¿Te
suena?
Que sí todos vamos muy rápido. Todos tenemos agendas repletas de
compromisos, pero ¿Cuánto hace que no paras a conectar con la persona que
tienes al lado? Y digo CONECTAR. Apaga el móvil, mira a los ojos, escucha con
toda tu intención y tu atención. Siente sus palabras y acompaña sus emociones.
Yo creo y siento que la vida es y merece ser vivida con intensidad, amar,
perdonar, acariciar, besar, escuchar, sentir miedo, pena, compasión o dolor es
nuestra esencia como seres humanos y compartirlo también lo es. De ahí la
importancia de saber estar junto a otras personas.
¿Cuánto hace que no abrazas a alguien? A tus hijos, a tu pareja, a tus padres, a tus quizás lo haces a diario, o quizás no y sientes que deberías. Yo lo siento.
Y no es sólo el acto de rodear con los brazos, es una muestra de afecto, es
decir te quiero, te perdono, te valoro, o si no sé qué decirte, es mostrar que
te acompaño, que estoy contigo, que aquí me tienes.
El contacto físico implica tanto… que alargaría demasiado este artículo.
Solos estamos muertos. Rodeados de los nuestros amadas, queridas y acompañadas,
nos sentimos seguras, tranquilas, fuertes y poderosas, capaces de todo. Y esto
no es misticismo, es la bioquímica de nuestro perfecto sistema.
Yo he tenido la inmensa fortuna de haber recibido muchos abrazos este año,
los habituales y otros nuevos de personas maravillosas que han llegado a mi
vida. Abrazos largos, achuchones apretados, descargas poderosas de energía, que
me han transmitido tanto, que no estoy sola, que me entienden, que me acompañan,
que están conmigo, que me valoran y que me quieren. Y muchos más que tengo que dar este año, algunos dirán te quiero, otros lo siento, otros ánimo y otros estarán cargados de luz.
Así que con este primer artículo, doy el pistoletazo de salida a 2018, aprovecho para felicitarte el año y mandarte a tí un abrazo apretadito lleno de amor, energía y buenos deseos ¿lo sientes?
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